Ese proyecto que has elaborado con gran imaginación y empeño no puede seguir guardado tanto tiempo. Sácalo de tu escritorio y échalo a andar. Ese es su destino.
Tu proyecto es como un ser vivo; después de su ciclo de formación tiene derecho a nacer. No puede limitarse a ser tan solo un lejano sueño.
Proponlo ahora, no dejes que envejezca contigo. Sólo así conocerás su horizonte.
Por más exigente que sea la realidad. Todo proyecto bien elaborado y bien analizado debe ver la luz. Ese es su proceso natural, para eso fue concebido, y no para ser enrollado ni llenarse de polvo en el archivo.
Así creció el mundo, intento tras intento, dejando para la historia, más que los aciertos, el gran legado de su esfuerzo. No sigas esperando mejor clima. Siempre habrá viento en contra y hallarás muchos inconvenientes. Pero ahí estarás tú, en toda tu dimensión para resolverlos.
Si es aprobado en buena hora, tu sueño se habrá cumplido; pero si no, habrás aprendido lo suficiente para seguir con más fuerza.
El valor del éxito no está en el resultado, sino en los obstáculos que se vencen para conseguirlo. Por eso, haz realidad tu proyecto con la fe de un ganador, pero sin perder la humildad del que recién empieza; inténtalo ahora – dale utilidad a tu talento. La vida puede reservarte increíbles sorpresas.
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