miércoles, 12 de junio de 2013
BUSCAS PAZ EN MEDIO DE LA TORMENTA?
“En el mundo encontrareis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33
Poco después de separarse de Jesús, mientras trataban de llegar a la otra orilla del Mar de Galilea, una tormenta sorprendió a los discípulos en medio del mar, de manera que los fuertes vientos y las olas azotaban la barca, amenazando con hundirla. Remaban y remaban y la barca no avanzaba, más bien retrocedía, porque el viento era muy fuerte. Las fuerzas ya les faltaban, y a pesar de la experiencia de algunos de ellos como pescadores conocedores del mar, la situación no mejoraba sino más bien empeoraba cada minuto que pasaba.
Los discípulos habían estado con Jesús hasta hacía apenas unas horas… lo habían visto hacer muchos milagros, y allí estaban ahora, en medio de aquella prueba, tratando de resolverla con sus propias fuerzas sin acordarse que cerca de ellos estaba aquel que podría resolverles el problema. Y dice la Biblia que Jesús se acercó a ellos caminando sobre el mar y les dijo: “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” En otras palabras, “No tengan miedo, anímense, soy yo, confíen en mí.” Y cuando Jesús subió a la barca, el viento se calmó, y hubo paz.
Poco tiempo antes, Jesús había advertido a sus discípulos: “En el mundo encontrareis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).
¡Cuántas veces de repente ha llegado a nuestras vidas una tormenta! Todo está marchando más o menos bien, hay buena salud, tenemos un buen trabajo, en el matrimonio felices y contentos, a nuestros hijos les va bien, en fin ¡hay un cielo claro, y navegamos en un mar sereno y tranquilo como un plato! ¡Y nos sentimos tan felices!
De momento la terrible e inesperada noticia. Negros nubarrones aparecen de repente y el cielo claro comienza a oscurecerse, empieza a soplar un viento contrario, y aquel mar sereno comienza a agitarse. Y en medio de la oscuridad podemos escuchar los truenos y ver como los rayos caen alrededor de nosotros. ¡Y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos en medio de una tormenta que pretende hundirnos en la desesperación! ¿Qué hacer? Rápidamente comenzamos a remar, tenemos que llegar a la otra orilla lo más pronto posible. ¡Hay que resolver esta situación! Y remamos… y remamos… Utilizamos todas nuestras fuerzas, nuestra inteligencia, nuestra experiencia; acudimos al médico, o al abogado o al experto correspondiente, pero nada funciona. Sentimos que nos estamos hundiendo, ¡Y no sabemos qué hacer!
Ciertamente en algún momento de nuestras vidas, más tarde o más temprano, vamos a encontrar aflicción, el sufrimiento va a llegar a nosotros, una tormenta emocional o espiritual se va a presentar. Pero en todos los casos hay una respuesta, una actitud, sólo una: Confiar en Dios, buscarle de corazón, echarnos en sus brazos en medio del dolor y el sufrimiento, y de una manera milagrosa e inexplicable él nos dará la paz que tanto necesitamos, esa paz que la Biblia dice “sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7), y en El encontraremos la solución al problema.
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